.

Me encanta esa muralla que hay en mi que separa mis dos personalidades, esa muralla que todo el mundo tiene pero que casi nadie sabe utilizar. Se separa en dos partes; el interior, y el exterior. La mayoría de las personas no lo sabe diferenciar, al yo interior le suele llamar "conciencia" y al exterior, "personalidad". Pero no es así, o por lo menos en mi... Mi yo interior es el que piensa, el que sufre, el que llora, el que manda al yo exterior que aga algo, aunque la mayoría de las veces el exterior no aga ni puto caso... es él que siente, él que analiza, el frio y calculador... Es como somos realmente. Luego está el exterior, que es el loco, el bobo, es la risa, son las lágrimas que manda el interior, es el que siente que estas triste, y enseguida se activa para poner el cuerpo triste... Es el que baila, es él que se enamora, él que sonrie como una tonta, y él que cae en la tentación una y otra vez... Él que hace daño a la gente, él que juega, el social, el simpático, y él que se mete en todos los problemas. La mayoría de las personas no sabe diferenciarlo, por lo cual lo mezcla, y a unos le va bien y el lado interior y exterior sincroniza, o como a la mayoría, le va mal. A mi sinceramente, me da igual como me valla, porque todavía estoy aprendiendo a diferenciar. 
Tambien me encanta esa coraza en mi interior que el muro no es capaz de romper, y que la e fabricado a base de esfuerzo y tantas lágrimas derramadas... esa coraza que no me deja demostrar mis verdaderos sentimientos al interior. La mayoría de las personas pensaran que esto es malo, lo entiendo, puede verse de todas las formas, porque esto tambien tiene su parte mala... E aprendido que la coraza me hace tragarme todas mis lágrimas, todo mi sufrimiento y con ella mis problemas, se las guarda ahí, en un rinconcito de quien sabe donde, y nunca salen a la luz... A su vez, esto es bueno, porque no se refleja en mi yo exterior lo que pienso realmente, y consigue que siempre estes feliz. Es una coraza que da a suponer que nada nunca te importa, y que eres fuerte, cuando a la larga, eres más debil que cualquier persona.... Gracias a esto, nunca nadie sabe que piensas realmente, solamente tu, lo que es una gran ventaja... Por que quieras o no, todo el mundo traiciona a todo el mundo, ¿ verdad?
Puedes pensar que esto es bueno o malo, todo es cuestión de personas, pero que se le va a acer , al fin y al cabo, las cosas son así...
A todos nos gustan más las personas felices, ¿ no?

El amor no mira a nadie a la cara.

Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos... Esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella... Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderéis siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y os impedirán, siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejareis de intentarlo…Os rendiréis y buscaréis a esa otra persona que acabaréis encontrando. Pero os aseguro que no pasaréis una sola noche, sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más... Todos sabéis de qué estoy hablando, porque mientras estabais leyendo esto, os ha venido su nombre a la cabeza. Os librareis de él o de ella, dejareis de sufrir, conseguiréis encontrar la paz, pero os aseguro que no pasará un día en que deseéis que estuviera aquí para perturbaros. Porque a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que haciendo el amor con alguien a quien aprecias.

Erase una vez de tantas.

Todos recordamos los cuentos de nuestra infancia; el zapato le cabe a Cenicienta, la rana se convierte en príncipe, a la Bella durmiente la despiertan con un beso: Erase una vez y vivieron felices, la materia de la que están hechos los sueños. El problema es que los cuentos no se hacen realidad. Las otras historias, esas que comienzan en noches oscuras y tormentosas y tiene un final atroz son las que parecen convertirse en realidad.
A quien inventó eso de "Y vivieron felices" habría que darle una paliza.